A mi amiga Elvira.
A mitad de la conversación dejó
de mirarme y buscó algo dentro de su
bolso.
Me sentí incomodo, con la
sensación clásica de que lo que estás contando no es importante para la otra
persona, aún cuando le dije que lo que le contaba era doloroso para mí. Tu ex
mujer se va de viaje de placer con un anciano y te lo cuenta muy quitada de la pena,
aunque ya hayan pasado años, la sensación de fracasar te envuelve de nuevo, y
¡carajo! ¡Con un anciano!.
-
< Come un cheeto- me dijo sacando un paquete de
su bolsa- te ayudará.
Pensé que lo decía en broma
o que se estaba burlando de mi, ¿un Cheeto? ¡No chingues! ¿Con un cheeto se me olvidará todo, será acaso que los Cheetos
tienen un poder paliativo mágico que yo ignoraba?.
Cogí el Cheeto- y me vino a la mente el chiste del tipo que
pensaba que tenía una enfermedad venérea grave porque su miembro tenía un color
naranja, hasta que recordó que le gustaba masturbarse viendo la tele y comiendo
Cheetos, caso resuelto.
-
< ¡Olvídala ya !- me dijo mi amiga- es lo mejor-come
otro Cheeto anda.
Meti de nuevo la mano a la
bolsa, sonreí al acordarme del chiste y por unos momentos mis celos se contuvieron, disfruté el Cheeto,
mi mente se distrajo, pensando en el chiste y al recordar que no traía pañuelo
para limpiarme la mano, volví a sonreír.
2010
Tocayo, felicidades por tu blog; tendremoas más a la mano (imagino) tu prosa. Sólo una observación: tal vez convendría que fueras más meticuloso con la ortografía, ¿no?
ResponderEliminarun saludo afectuoso
Miguel Martínez
Gracias Tocayo, ya le hice unos cambios, lapsus brutus, un fuerte abrazo
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